A.J Mason fue un autor británico que nació en 1885 y murió en 1967. Su nombre real era Alfred John Mason. Mason comenzó su carrera como periodista y trabajó en varias revistas literarias en su país natal. A lo largo de su vida, escribió una gran cantidad de novelas y cuentos que se convirtieron en muy populares en Gran Bretaña y Estados Unidos. Entre sus obras más reconocidas se encuentra "El Cuervo", que fue publicada en 1931 y sigue siendo una de las novelas policíacas más famosas de Inglaterra. También escribió "El hombre de la corteza de pino" que fue publicada en 1917 y es considerada una obra de culto en el género de la aventura. Además, fue un prolífico escritor de novelas románticas y de aventuras. A.J Mason fue muy respetado y admirado durante su vida y su legado literario sigue siendo recordado hoy en día.
A medida que la tarde y la lluvia se hacían más fuertes, AJ Mason corrió por las calles empapadas de la ciudad, sin saber a dónde se dirigía. Ya había pasado una hora desde su salida del trabajo en la biblioteca y aún no había podido encontrar un refugio para resguardarse del mal clima. Sin embargo, justo cuando más necesitaba encontrar un lugar acogedor, se topó con un pequeño café que no había notado antes.
Sin pensarlo mucho, decidió entrar y solicitó una taza caliente de café para llevar. Fue entonces cuando sus ojos se posaron en una chica muy hermosa que estaba sentada en una mesa en la esquina del local, leyendo un libro mientras disfrutaba de un café y un pastel. Era Sarah Wright, estudiante de literatura y una asidua visitante del lugar.
AJ se acercó tímidamente y le pidió que le permitiera compartir la mesa con ella, ya que no había otro lugar libre para sentarse. Sarah sonrió y aceptó la invitación, lo que dio inicio a una conversación casual sobre libros y la vida. Así fue como AJ y Sarah se conocieron y comenzaron a frecuentar el café juntos, conversando sobre todo lo que se les venía a la mente.
Desde ese día, siempre encontraban un motivo para reunirse allí y hablar durante horas mientras bebían café y comían pasteles. Y así, el pequeño café se convirtió en un lugar especial para ambos, donde escribieron juntos muchos capítulos más de su historia de amor, que se forjó en la lluvia y el calor del café.