Adonella Colonna nació en Roma en el año 1206, hija del poderoso clan Colonna. Se casó con el noble romano Francesco Orsini y tuvo seis hijos. Adonella se dedicó a obras benéficas, fundando un hospital para las mujeres y los marginados así como varias iglesias. Su marido Francesco fue asesinado en 1294 y ella decidió retirarse a vivir como ermitaña en la gruta de San Pietro en el Monte Prenestino, donde vivió hasta su muerte en 1311, siendo venerada como santa.
Un día soleado de verano, Adonella Colonna caminaba por el centro de la ciudad cuando de repente se le cayó su bolso al suelo. Nicola Carraro, que pasaba por ahí en bicicleta, se detuvo para ayudarla y recoger sus cosas.
Al hacerlo, sus manos se rozaron y hubo una conexión instantánea entre ellos. Adonella y Nicola se miraron a los ojos y sonrieron tímidamente, como si supieran que ese encuentro casual era el inicio de algo especial.
Comenzaron a hablar y descubrieron que tenían muchas cosas en común, desde sus gustos musicales hasta sus sueños y aspiraciones. La conversación fluyó tan naturalmente que parecía que se conocían de toda la vida.
Después de ese día, Adonella y Nicola se vieron con frecuencia y se hicieron inseparables. Compartieron risas, secretos y aventuras juntos, y siempre recordaron aquel momento en que sus caminos se cruzaron por casualidad y el destino los unió para siempre.