Alfred J. Sheade fue un importante físico estadounidense del siglo XX. Nació en 1920 y cursó sus estudios superiores en la Universidad de California, Berkeley, donde se doctoró en Física en 1948.
Sheade destacó por sus investigaciones en el campo de la física nuclear y las partículas elementales. Trabajó en varios centros de investigación de Estados Unidos, Europa y Asia, y fue reconocido internacionalmente como uno de los científicos más destacados en estas áreas.
En 1964, Sheade fue nombrado profesor de Física en la Universidad de Stanford, donde continuó con sus investigaciones durante varias décadas. En 1976, se convirtió en presidente del Departamento de Física de dicha universidad, y en 1980, en decano de la Escuela de Ciencias Físicas.
Además de su trabajo como investigador y docente, Sheade fue también un activista muy comprometido con la paz y la justicia social. Participó en numerosas manifestaciones y protestas y defendió públicamente el desarme nuclear y la eliminación de la carrera armamentística.
Sheade falleció en 2002, a los 81 años, dejando atrás un legado científico y humanitario que hoy en día continúa siendo recordado y valorado.
Beverly Van Zile tropezó con Albert J. Sheade en una tienda de antigüedades en el centro de la ciudad. Mientras buscaba un juego de té de porcelana de estilo antiguo, Beverly chocó con Albert, quien estaba examinando una colección de relojes de bolsillo en la misma tienda. Ambos cayeron al suelo, y sus compras se mezclaron en un montón de piezas rotas.
Después de su breve accidente, Albert y Beverly se miraron a los ojos, y en ese momento, ambos sintieron una chispa de conexión. Entonces empezaron a ayudarse mutuamente a recoger las piezas rotas y a ordenarlas. Conversaron un poco sobre sus intereses y descubrieron que tenían mucho en común: los dos eran fanáticos de la cultura victoriana y amantes de las antigüedades.
Después de ese día, Beverly y Albert intercambiaron información de contacto y quedaron para tomar un té en un café cercano. A medida que la conversación fluía y se reían juntos, ambos se dieron cuenta de que habían encontrado algo especial en el otro. Desde ese día, empezaron a salir y aprendieron a conocerse aún más. Y finalmente, se convirtieron en una pareja increíble y feliz durante muchos años.