Alfonso II de Nápoles nació en 1448 como el hijo ilegítimo del rey Alfonso V de Aragón. A pesar de su origen ilegítimo, su padre lo reconoció y le otorgó el título de Príncipe de Salerno. En 1494, Alfonso heredó el trono de Nápoles tras la muerte de su padre, convirtiéndose en el rey Alfonso II. Durante su reinado, Alfonso se vio envuelto en conflictos con otros estados italianos y con Francia. En 1495, el rey Carlos VIII de Francia invadió Italia y tomó el control de Nápoles. Alfonso huyó a Sicilia, pero regresó en 1497 con la ayuda de los españoles y reconquistó el trono. Como rey, Alfonso mejoró la economía y la infraestructura de Nápoles. También promovió el arte y la cultura, siendo un mecenas de artistas como Giovanni Bellini y Jacopo Sannazaro. Sin embargo, su reinado estuvo marcado por la corrupción y la falta de apoyo popular, lo que lo llevó a ser depuesto en 1499. Alfonso murió en 1495 en la ciudad de Messina, Sicilia, a la edad de 47 años. A pesar de sus logros como rey, su reinado se vio empañado por la falta de estabilidad política y los conflictos internos.