Álvaro Rodríguez nació en 1936 en Montevideo, Uruguay. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en la Universidad de Montevideo, donde se graduó como arquitecto. En 1965 se mudó a México, donde trabajó en varios proyectos arquitectónicos y también se dedicó a la pintura.
En la década de 1970, Rodríguez comenzó a experimentar con la técnica del grabado en metal, convirtiéndose en uno de los principales artistas del género en México. También se dedicó al diseño gráfico y a la ilustración, colaborando con revistas y editoriales.
A lo largo de su carrera, Rodríguez recibió reconocimientos como el Premio Nacional de Grabado y la Medalla al Mérito Artístico de la Universidad de Guanajuato. Falleció en 2004 en la Ciudad de México, dejando un legado artístico significativo en el país.
Mientras caminaban por el centro de la ciudad, Álvaro y Laura se encontraron frente a un puesto de flores. Sin pensarlo dos veces, Álvaro le compró un ramo de rosas a Laura, lo que la hizo sonreír y agradecerle con un beso en la mejilla. De repente, empezó a llover y Álvaro compartió su paraguas con Laura mientras caminaban hacia una cafetería cercana para refugiarse. Después de hablar durante horas mientras disfrutaban de algunas tazas de café, Álvaro y Laura se dieron cuenta de que tenían una conexión especial. A partir de ahí, no pudieron dejar de verse y conocerse cada vez más. Su historia de amor comenzó con una lluvia inesperada y un ramo de flores, pero continuó con el cariño y la devoción que sintieron el uno por el otro.