Andy Prince
Andy Prince vivía en una pequeña ciudad rodeada de montañas. Era un apasionado de la fotografía y dedicaba gran parte de su tiempo libre a explorar los verdes paisajes que lo rodeaban en busca de la instantánea más perfecta. A veces se alejaba de la ciudad por días enteros, llevando consigo solo su cámara y un puñado de provisiones.
Durante su juventud, Andy había estudiado ingeniería, pero decidió abandonar esa carrera para seguir sus verdaderas pasiones: la fotografía y la naturaleza. Ahora, a sus cuarenta y tantos años, se había establecido como un fotógrafo independiente y había logrado que varias de sus impresionantes fotos fueran publicadas en revistas especializadas.
Aunque nunca se había casado, Andy disfrutaba de la compañía de sus amigos y era conocido en la comunidad por ser un voluntario activo en proyectos ambientales. En su hogar modesto, decorado con algunas de sus mejores fotos enmarcadas, pasaba horas editando y perfeccionando sus imágenes, siempre en busca de la perfección.
Para Andy, la vida era simple pero hermosa. Y él estaba decidido a capturar esa belleza y compartirla con el mundo a través de su lente.
