Annik Honoré nació en Bruselas, Bélgica, en 1957. Fue una periodista y manager musical conocida por su papel en la escena post-punk y new wave europea durante los años 80. A finales de los 70, se mudó a Londres y comenzó a trabajar en la revista de música Melody Maker, donde cubría la escena musical emergente en el Reino Unido. Después de conocer al fallecido Ian Curtis de Joy Division en 1979, Annik comenzó a gestionar la banda y fue su novia durante un tiempo. Además, ayudó a lanzar la carrera de la banda francesa Les Disques Du Crépuscule y trabajó con muchos otros artistas, incluidos Cabaret Voltaire y Tuxedomoon. Annik Honoré falleció por cáncer en 2017 en Bruselas a los 59 años de edad.
Annik Honoré y Ian Curtis tuvieron una relación profesional y personal intensa durante los últimos años de la vida del cantante de Joy Division. Honoré, una periodista y promotora cultural, se había desplazado desde Bruselas hasta Manchester en 1979 para vivir en el epicentro del movimiento post-punk inglés. Fue entonces cuando tomaron contacto con Joy Division, un grupo liderado por Ian Curtis que estaba llamando la atención en la escena local.
Honoré se convirtió en la representante de la banda en Europa continental, organizando giras y entrevistas y asumiendo otras tareas de management. Durante sus desplazamientos a Manchester, Honoré y Curtis se habían enamorado y empezado una relación amorosa. Según algunos testimonios, Honoré había sido una gran influencia en Curtis, ayudándolo a articular sus ideas y a encontrar su camino artístico.
El tema central de la historia de amor entre Honoré y Curtis ha sido objeto de numerosos artículos, entrevistas y especulaciones. En general se considera que fue una relación intensa pero complicada, ya que ambos estaban casados y tenían hijos. La presión de la fama, la enfermedad de Curtis y otros factores habrían contribuido a que la relación se rompiera en 1980 después de dos años juntos.
Sin embargo, la amistad y el respeto mutuo entre Honoré y Curtis continuó. Cuando Curtis se suicidó en mayo de 1980, Honoré organizó una serie de homenajes en Francia y otros países europeos, contribuyendo a mantener vivo el legado de Joy Division. Más allá de su romance, Honoré había sido una figura clave en la relación de la banda con la escena europea y una embajadora de la música independiente del Reino Unido en el continente. En su memoria, muchos han señalado el papel que desempeñó en la creación de una comunidad cultural transnacional en un momento de intensa creatividad y transformación.