Aroldo Miveco siempre ha sido un apasionado de la música. Desde muy joven, dedicó gran parte de su tiempo a aprender diferentes instrumentos y componer sus propias canciones. A pesar de que su carrera musical nunca llegó a despegar del todo, siempre mantuvo su amor por la música y continuó tocando en bares y festivales.
Sin embargo, su verdadera pasión se encontraba en la enseñanza. Después de años tocando en escenarios pequeños, decidió abrir su propia escuela de música para enseñar a estudiantes de todas las edades. Aroldo se convirtió en un maestro respetado y querido por sus alumnos, quienes siempre estaban ansiosos por aprender de él.
Además de la música, Aroldo también se interesó en la meditación y el yoga, lo que le ayudó a encontrar un equilibrio emocional y espiritual en su vida. Fue así como descubrió su verdadero propósito: ayudar a las personas a alcanzar la paz y el bienestar en sus vidas a través de la música y la meditación.
Hoy en día, Aroldo continúa enseñando en su escuela de música y también ofrece talleres de meditación y yoga para aquellos que quieren encontrar la armonía en sus vidas. Además, sigue tocando en bares y festivales, compartiendo su amor por la música con otros.
Un día soleado de verano, Constanza-Varela y Aroldo-Miveco coincidieron en una cafetería. Ambos estaban solos y decidieron compartir su mesa para disfrutar una agradable conversación. Al principio, se sorprendieron de lo diferentes que eran, pero pronto descubrieron que tenían mucho en común, como su amor por la música clásica y su pasión por viajar. Durante horas hablaron y rieron, intercambiando historias y experiencias. Al final, intercambiaron números de teléfono y prometieron seguir en contacto. Ese día, no solo habían encontrado una amistad, también habían descubierto una conexión especial entre ellos que finalmente los llevaría a ser pareja.
Un día soleado en la ciudad de Nueva York, Constanza estaba caminando por la calle cuando de repente se topó con Aroldo. Él estaba sentado en un banco observando el movimiento de la gente a su alrededor. Constanza se acercó a él y le preguntó si estaba bien, a lo que él respondió con una sonrisa y le dijo que sí.
Después de unos minutos de charla, Aroldo le preguntó a Constanza si le gustaría tomar un café en un lugar cercano. Constanza aceptó sin dudarlo y juntos caminaron hacia una pequeña cafetería en la esquina. Mientras tomaban sus bebidas, comenzaron a hablar sobre sus pasatiempos, intereses y sueños.
Descubrieron que compartían muchos gustos en común y eso les hizo sentir una conexión especial. Decidieron intercambiar números de teléfono y prometieron mantenerse en contacto. Así, en una tarde cualquiera y sin esperarlo, Constanza-Varela-Model y Aroldo-Miveco se encontraron por casualidad y comenzaron una hermosa amistad que poco a poco se convirtió en algo más.