Arthur Wilde
Arthur Wilde se consideraba a sí mismo un hombre enigmático y misterioso, lo que le hacía atraer la atención de las personas. Su vida amorosa era un tanto complicada y oscilaba entre relaciones efímeras y amores platónicos. Era un apasionado del arte y especialmente de la música, y por las noches solía reunirse con su grupo de amigos para tocar la guitarra y cantar canciones de amor. A pesar de ser bohemio en muchos aspectos de su vida, Arthur tenía un trabajo estable en una reconocida empresa de publicidad en la que desempeñaba el cargo de director creativo. Su estilo al vestir era personal y llamativo, siempre combinando prendas coloridas y estampados extravagantes. A menudo se le veía paseando por los museos de la ciudad en busca de nuevas ideas y fuentes de inspiración. También era un gran amante de la gastronomía y tenía un blog en el que escribía sobre sus experiencias culinarias en distintos rincones del mundo.
