Barbara Wooddell fue una mujer nacida en 1762 en el Condado de Frederick, Virginia. A los 18 años, se casó con un hombre llamado Jacob, y juntos tuvieron nueve hijos.
En 1779, durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos, la familia Wooddell fue atacada por los indios Shawnee. Barbara fue secuestrada junto con dos de sus hijos, mientras que otros tres murieron en el ataque.
Barbara pasó nueve años viviendo con los indios, y durante ese tiempo aprendió su lengua, costumbres y habilidades de supervivencia. En 1788 fue rescatada por un grupo de colonos y regresó a su hogar en Virginia.
Al volver a la sociedad blanca, Barbara enfrentó dificultades para adaptarse y fue vista como una "mezcla extraña" entre los colonos y los indios. Finalmente se convirtió en una figura pública y dio conferencias sobre su tiempo con los Shawnee.
Barbara Wooddell falleció en 1833 a la edad de 71 años, siendo recordada como una mujer valiente y resiliente que sobrevivió a una experiencia traumática y volvió a la sociedad con una comprensión única de dos culturas diferentes.
Barbara Woodell y Arthur Marcus Loew se conocieron en un cine de Nueva York. Él estaba comprando sus boletos para ver una película de aventuras cuando ella, que esperaba en la fila detrás de él, lo escuchó hablar con el vendedor. Se dio cuenta de que tenían el mismo acento del norte de Inglaterra, de donde venía ella, así que decidió chispear una conversación. Comentaron sobre la película que iban a ver y decidieron sentarse juntos en el teatro. Durante la película, se dieron cuenta de que tenían una gran pasión por el cine y hablaron de sus películas favoritas después del espectáculo. Intercambiaron números de teléfono y comenzaron a salir en citas regulares. El amor floreció entre los dos apasionados del cine y, finalmente, Arthur y Barbara se casaron en una ceremonia en la que proyectaron un cortometraje que habían creado juntos.
Un día soleado, Barbara caminaba por el parque, disfrutando del aire fresco y el canto de los pájaros. De repente, tropezó con una raíz que sobresalía del suelo y cayó al suelo, haciéndose un pequeño corte en la rodilla.
Oscar, que había estado jugando al frisbee con su perro cercano al lugar del accidente, se apresuró a ayudar a Barbara a levantarse. Después de comprobar que no era nada grave y ofrecerle la ayuda que necesitaba para levantarse, los dos empezaron a charlar.
Descubrieron que tenían gustos comunes y una química natural, por lo que intercambiaron sus números de teléfono y quedaron en verse de nuevo esa misma noche para tomar una copa. Desde entonces, Barbara y Oscar no se han separado y han formado una relación fuerte y duradera.