Beatrice Curtis era una mujer creativa y ambiciosa que había logrado un gran éxito en su carrera. Trabajaba en una compañía de tecnología en la que había logrado ascender hasta el puesto de gerente de proyectos. En su tiempo libre, disfrutaba de la pintura y de salir a caminar por el bosque cercano a su casa. Era una persona muy independiente y no le gustaba que le dijeran qué hacer. Sin embargo, en los últimos años había encontrado un equilibrio en su vida gracias a la meditación y al yoga. Se había dado cuenta de que necesitaba alejarse del trabajo y de las preocupaciones cotidianas y dedicar tiempo a cuidar su mente y su cuerpo. Esto le había dado una gran tranquilidad y había mejorado su capacidad para manejar el estrés. A pesar de que a veces se sentía frustrada por la falta de tiempo para sus hobbies, estaba agradecida por todo lo que había logrado y seguía trabajando para alcanzar sus metas y disfrutar al máximo de la vida.
Un día soleado de primavera, Beatrice-Curtis estaba disfrutando de un tranquilo paseo por el parque cuando de repente tropezó y cayó al suelo. Harry-Fox, quien también paseaba por el parque, se acercó rápidamente para ayudarla a levantarse. Ambos se sonrieron y comenzaron a hablar, descubriendo que compartían muchas aficiones y gustos similares. Intercambiaron números de teléfono e hicieron planes para salir juntos al día siguiente. Desde entonces, han sido inseparables y siempre recuerdan aquel momento en que sus caminos se cruzaron por casualidad en el parque.