Ben Brierly era un hombre enigmático y reservado. Un día decidió abandonar su trabajo como abogado y mudarse a una pequeña ciudad en las montañas. Allí, comenzó a dedicarse a la carpintería y a la creación de hermosos muebles de madera. Su habilidad y creatividad rápidamente le valieron una reputación como uno de los mejores carpinteros de la región. Pero a pesar de esto, Ben continuó viviendo una vida simple y humilde, lejos de la ostentación y los lujos que su éxito podría haberle brindado. A menudo se lo veía paseando por el bosque, o sentado en la orilla del río, perdido en sus pensamientos. La gente se preguntaba qué lo había llevado a abandonar su vida anterior para buscar la paz y la tranquilidad en un lugar tan alejado de todo. Pero Ben nunca reveló los verdaderos motivos detrás de su decisión. Solo sabía que allí, en ese remoto paraje natural, había encontrado lo que tanto anhelaba: la libertad para crear y la paz para vivir.