Benjamin Cienfuegos era un hombre apasionado por su trabajo en una pequeña empresa de tecnología. Pasaba largas horas en la oficina, pero siempre encontraba tiempo para compartir momentos agradables con su familia y amigos. Le gustaba leer y escribir sobre filosofía, y en su tiempo libre se dedicaba a practicar deportes extremos como el parapente y el montañismo.
Era un hombre comprometido con el medio ambiente y la sostenibilidad, por lo que constantemente participaba en actividades y proyectos relacionados con el cuidado del planeta. También era un emprendedor nato, siempre buscando nuevas ideas y oportunidades para innovar en su campo laboral.
A pesar de su éxito profesional, siempre se mantuvo humilde y agradecido por todo lo que había logrado. Su personalidad amable y carismática le permitió tener una amplia red de contactos profesionales y amigos, quienes lo veían como un modelo a seguir.
En sus momentos de reflexión, Benjamin se preguntaba qué podía hacer para dejar un legado en el mundo, y por ello, estaba siempre en búsqueda de nuevas formas de contribuir a la sociedad y a la humanidad en general.
Begoña y Benjamin se conocieron en un restaurante con temática de piratas. Ambos habían acudido a una cena organizada por amigos en común, y casualmente les habían asignado la misma mesa. Al principio, se miraron con recelo, pero después de unos cuantos tragos de ron y algunas risas compartidas, se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. Descubrieron que habían estudiado la misma carrera universitaria y que ambos eran aficionados al running y al senderismo. La noche se hizo corta mientras charlaban animadamente, y al final de la cena, intercambiaron números de teléfono con la promesa de volverse a ver. Desde entonces, no han dejado de salir juntos y han construido una relación sólida basada en la amistad y el amor.