Bernardine Hamaekers es una investigadora belga nacida en 1978. Estudió literatura comparada en la Universidad Católica de Lovaina y obtuvo su doctorado en literatura en la Universidad de Harvard. Actualmente es profesora de literatura en la Universidad de Georgetown en Washington D.C.
Su trabajo se centra en la literatura francófona y africana, especialmente en las relaciones entre literatura y ciencia. Es autora de varios artículos y ensayos, entre ellos "Literary Re-imaginings of Science in Francophone Africa" y "Reading the Francophone African Text as a Scientific Experiment".
Además de su labor académica, Hamaekers es también coordinadora del proyecto "Science and Literature in Francophone Africa", que reúne a escritores y científicos para reflexionar sobre las conexiones entre las dos disciplinas.
En resumen, Bernardine Hamaekers es una destacada investigadora en el campo de la literatura francófona y africana, con un interés particular en las relaciones entre literatura y ciencia.
Bernardine Hamaekers no tuvo una relación directa con Napoleón III, ya que vivió en el siglo XIX, mientras Napoleón III fue el emperador francés desde 1852 hasta 1870. Sin embargo, el papel de Hamaekers en la movimiento político católico belga puede haber influido en las relaciones entre Bélgica y Francia durante el mandato de Napoleón III.
Hamaekers fue uno de los fundadores del Partido Católico Belga en la década de 1860, que buscaba proteger los derechos de los católicos y promover su participación en la política. El partido tenía estrechos vínculos con la Iglesia católica belga y con otros partidos políticos católicos en Europa, incluidos los de Francia.
Durante el mandato de Napoleón III, las relaciones entre Bélgica y Francia fueron en gran parte pacíficas. Sin embargo, las tensiones se intensificaron en 1867, después de que el gobierno belga exiliara a un grupo de príncipes franceses que intentaban incitar una revuelta en Francia. En respuesta, Napoleón III envió tropas a la frontera belga y exigió que los príncipes fueran liberados. Finalmente, se llegó a un acuerdo y los príncipes fueron liberados, lo que alivió las tensiones.
Si bien no podemos decir con certeza si la relación entre Hamaekers y Napoleón III influyó en las relaciones entre Bélgica y Francia, es posible que su participación en el movimiento político católico belga haya tenido un impacto indirecto en la política de ambos países durante esa época.