Bianca Pirrotta nació en Sicilia, Italia, en 1912. Fue una mujer italiana que se convirtió en una luchadora por los derechos humanos a lo largo de su vida. Durante su juventud, se involucró en el movimiento antifascista mientras estudiaba en la Universidad de Florencia.
Después de graduarse, se trasladó a Nueva York, donde continuó su compromiso con los derechos humanos y se unió a la Liga de los Derechos Civiles. En la década de 1950, viajó a África, América Latina, Medio Oriente y Asia, convirtiéndose en una defensora de la educación y el bienestar de las mujeres.
En 1967, ingresó a las Naciones Unidas en calidad de partidaria independiente de la delegación de la República Argentina y fue instrumental en la creación de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), que se convirtió en una de las más influyentes de la ONU.
Pirrotta también fue autora de numerosos escritos sobre derechos humanos y derechos de las mujeres, incluyendo su libro de 1977, "La mujer en la sociedad internacional". Falleció en 1983 en Nueva York, pero su legado como defensora de los derechos humanos y feminista continúa inspirando a muchas personas en todo el mundo.
Un día soleado de verano, Bianca y Steve se encontraron por casualidad en una playa de Sydney. Mientras él paseaba por la orilla del mar, ella disfrutaba del sol y las olas. Fue en ese momento cuando sus miradas se cruzaron y algo pareció hacer clic en sus corazones.
Steve, siendo un actor reconocido de la televisión y el cine australiano, decidió acercarse a Bianca para entablar una conversación. Esta, sorprendida por la cercanía de tal famoso actor, aceptó el ofrecimiento de Steve de compartir una bebida en la cafetería cercana.
Allí, comenzaron a conocerse mutuamente: Bianca, revelando sus talentos como diseñadora de interiores, y Steve, compartiendo detalles sobre su pasión por la actuación y su experiencia en el mundo del cine y la televisión.
Poco a poco, su conversación fluyó y pasaron horas charlando sin parar. Juntos, rieron y compartieron historias, descubriendo que tenían muchas cosas en común. Así, sin darse cuenta, comenzaron una amistad que, con el tiempo, se convirtió en un amor duradero.