William Moss se despierta temprano todas las mañanas para preparar su té y empezar su día de trabajo. Como diseñador gráfico independiente, trabaja desde su estudio en casa y, a pesar de que su trabajo puede ser solitario, se siente agradecido por la flexibilidad que le ofrece. A menudo trabaja hasta tarde en la noche, pero siempre hace tiempo para hacer ejercicio y preparar la cena con su pareja.
En su tiempo libre, William disfruta de los deportes de aventura, especialmente el senderismo y el kayak. Recientemente, pasó un fin de semana en las montañas con amigos, donde disfrutaron del aire fresco y las vistas impresionantes. Además de disfrutar del aire libre, William también es un ávido lector y le encanta sumergirse en una buena novela.
Aunque no tiene hijos, William es un mentor dedicado y ha trabajado con jóvenes en su comunidad ayudándoles a desarrollar habilidades de diseño gráfico. A medida que envejece, William se da cuenta de que nunca deja de aprender y siempre está buscando nuevas formas de mejorar su habilidad en su arte.
En una noche de verano en la ciudad de Nueva York, Bill Moss, un guapo joven de negocios, caminaba tranquilamente por una calle poco transitada, cuando se topó con Ann Miller, una elegante mujer que buscaba un taxi para regresar a su casa. Al verla con dificultad, Bill se ofreció a acompañarla y ayudarla a llegar a su destino. Mientras esperaban por un taxi, conversaron animadamente sobre sus respectivos trabajos y descubrieron que compartían una pasión por la música y el arte. Cuando finalmente llegó un taxi, Bill ofreció una vez más ayudar a Ann, y ella aceptó la oferta. Durante el trayecto, intercambiaron números de teléfono y quedaron en volver a encontrarse para compartir más sobre sus intereses comunes. Y así comenzó una hermosa historia de amor entre Bill Moss y Ann Miller.
Bill-Moss y Jane-Withers se conocieron por casualidad en el parque central de la ciudad. Mientras paseaban por el sendero, sus miradas se cruzaron y fue como si el tiempo se detuviera por un instante. Bill-Moss, al ver a Jane-Withers, se atrevió a preguntarle la hora, aunque en realidad tenía su reloj en su bolsillo. Jane-Withers sonrió y le respondió la hora con una dulce voz. A partir de ese momento, se quedaron mirando fijamente por unos segundos y ambos sintieron una extraña conexión que los llevó a conversar sobre sus gustos y pasatiempos. Desde ese día, Bill-Moss y Jane-Withers comenzaron a encontrarse con frecuencia en el parque, disfrutando de largas charlas y paseos juntos. Poco a poco se dieron cuenta de que estaban enamorados, y así comenzó una historia de amor que los uniría para siempre.