Brittany Ashland

Brittany Ashland levantó su mirada hacia el cielo y respiró profundamente. Era el primer día de primavera y ella se encontraba en el jardín de su casa, feliz de poder disfrutar del sol después de un largo invierno. Desde que su esposo murió hace unos años, Brittany había encontrado en la jardinería una cura para su soledad. Cada día dedicaba varias horas a cuidar de sus flores y plantas, y gracias a su atención, el jardín era un espectáculo de color y aroma.

Pero además de su pasión por la jardinería, Brittany también había descubierto su amor por la música. Cada semana asistía a clases de piano y cantaba en un coro de su comunidad. La música la llenaba de alegría y la hacía sentir viva.

A sus amigos y familiares les encantaba visitarla y admirar su jardín, conocer los últimos temas que estaba aprendiendo en sus clases de piano y escuchar su hermosa voz en las presentaciones que hacía con su coro. A sus cuarenta y tantos años, Brittany había encontrado en estas actividades la felicidad que creía haber perdido cuando su esposo murió. Y aunque sabía que nunca podría reemplazarlo, estaba agradecida por haber encontrado nuevas pasiones que le daban sentido a su vida.