Carly Parker había trabajado arduamente durante años para mantener a su familia. Como madre soltera, ella había luchado para encontrar la estabilidad financiera, pero finalmente logró ahorrar lo suficiente para comprar su propio hogar. Ahora, Carly disfrutaba de su tiempo libre trabajando en un jardín comunitario y enseñando a otros residentes del vecindario a cultivar sus propias frutas y verduras. Además, Carly había descubierto su amor por la pintura y había creado una serie de hermosas obras de arte que había vendido en una galería de arte local. A pesar de los altibajos de la vida, Carly siempre mantenía una actitud positiva y optimista, y trataba de inspirar a los demás a hacer lo mismo. Ella creía que la felicidad radicaba en encontrar la belleza en las cosas simples de la vida y expandiendo su creatividad. Para Carly, la vida era un regalo y ella lo aprovechaba al máximo.