Cookie Mueller fue una escritora y actriz estadounidense nacida en Baltimore en 1949. Comenzó su carrera artística en la década de 1970 en la escena underground de Nueva York, trabajando con artistas como John Waters y Andy Warhol.
Mueller saltó a la fama en 1981 con su papel de "Crabs" en la película de Waters "Polyester". A lo largo de su carrera, también escribió columnas para varias publicaciones, incluyendo The East Village Other y Details Magazine.
Además de su carrera artística, Mueller también luchó contra el VIH y el SIDA, y fue una activista en la lucha por los derechos de los pacientes con VIH y SIDA. Murió en 1989 a la edad de 40 años debido a complicaciones relacionadas con la enfermedad.
No se encontró información relevante sobre la relación entre Cookie Mueller y Vittorio Scarpati. Ambos son artistas y escritores, y coincidieron en la escena cultural y artística de Nueva York en los años 70 y 80. Sin embargo, no se sabe si tuvieron algún tipo de relación personal o profesional. Ambos fallecieron en la década de 1980 por complicaciones relacionadas con el VIH/SIDA.
Cookie Mueller fue una actriz, escritora y artista estadounidense que tuvo una breve pero intensa carrera en el mundo del arte y el cine. Durante un tiempo, fue amiga y colaboradora del legendario guitarrista Jimi Hendrix.
Mueller y Hendrix se conocieron a finales de los años 60 en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, donde la actriz se había mudado para iniciar su carrera artística. Hendrix, ya conocido por su innovador estilo de guitarra eléctrica, estaba buscando nuevos talentos para colaborar en sus proyectos.
La relación entre ambos fue breve pero intensa. Mueller participó en algunos de los proyectos multimedia de Hendrix, como el cortometraje "Rainbow Bridge", donde interpretó a una chica hippie que se enamoraba de un joven soldado que volvía de la guerra de Vietnam.
Además de trabajar juntos, Hendrix y Mueller compartían un estilo de vida libre y desenfadado que incluía el consumo de drogas y una actitud rebelde ante las convenciones sociales. Según algunos testimonios, Mueller fue una de las últimas personas que vio con vida al músico antes de su muerte en septiembre de 1970.
A pesar de que la relación entre ambos ha sido objeto de numerosos mitos y leyendas urbanas, lo cierto es que Cookie Mueller y Jimi Hendrix compartieron una afinidad artística y vital que se refleja en sus trabajos y en su legado cultural.
Cookie Mueller y Richard Hell tuvieron una relación sentimental y artística en la década de 1970 en Nueva York. Ambos eran artistas bohemios y subversivos, y trabajaron juntos en varias películas underground y performances teatrales.
Mueller fue una actriz y escritora que se destacó en las películas de John Waters como "Pink Flamingos" y "Multiple Maniacs", mientras que Hell era un músico y poeta conocido por ser uno de los fundadores del movimiento punk en Nueva York.
La relación entre ambos fue tumultuosa y a menudo descontrolada. A menudo se habla de que Hell tenía problemas con la adicción a las drogas y al alcohol, lo que afectó su relación con Mueller. Se separaron en la década de 1980 y Mueller falleció en 1989, a los 40 años, por complicaciones de VIH.
A pesar de su corta relación, la influencia artística de ambos ha sido significativa en la cultura underground americana, y siguen siendo referentes para artistas alternativos y rebeldes en todo el mundo.
Un día, Cookie Mueller estaba caminando por las calles de Nueva York, cuando se topó con Sharon Niesp. Las dos mujeres chocaron sin querer y se disculparon mutuamente. Fue en ese momento que se reconocieron mutuamente de un bar donde solían frecuentar años atrás.
Comenzaron a charlar y recordaron algunas de sus aventuras salvajes juntas. Durante la conversación, Sharon le preguntó a Cookie si aún tenía aquel diario en el que ambas habían anotado todas sus locuras nocturnas en Manhattan. Para sorpresa de Sharon, Cookie sacó el diario de su bolso y se lo entregó.
Juntas, se sentaron en un parque cercano y se sumergieron en la nostalgia mientras leían algunas de las páginas del diario. Decidieron volver a vivir una noche loca juntas como hicieron años anteriores.
La noche siguiente, Sharon y Cookie siguieron la misma ruta que solían tomar años atrás. Entraron en todos los bares y clubes nocturnos famosos de Nueva York, sin prestar ninguna atención a la hora o al día de la semana. Bailaron, bebieron y cantaron hasta el amanecer, recordando con alegría las aventuras y los locos personajes que habían conocido en el pasado.
Desde entonces, Sharon y Cookie se reúnen regularmente para recordar los viejos tiempos y seguir creando memorias nuevas e inolvidables juntas. Una amistad que duraría toda la vida.