Daisy Cortland había trabajado incansablemente para llegar donde estaba. Siempre había sido una mujer obstinada y luchadora, nada se le había dado gratis. Había estudiado mucho para alcanzar su licenciatura en ingeniería, y luego, con mucho esfuerzo, había conseguido su MBA en Harvard. Su carrera profesional estaba en su punto más alto. Dirigía una gran empresa de tecnología y había conseguido posicionarla en el mercado internacional. Sin embargo, había sacrificado mucho para llegar allí. Había puesto su trabajo antes que su familia y eso le había pasado factura. Había perdido contacto con algunos amigos y tenía una relación distante con sus hijos. Pero ahora, después de tantos años de trabajo, había decidido dedicar más tiempo a su familia, a sus amigos y a sí misma. Estaba tomando clases de yoga y encontrando una nueva paz interior. Se había conectado con viejos amigos y disfrutaba de veladas en casa con su esposo y sus hijos. Daisy se había dado cuenta de que la vida no era solo trabajo y metas alcanzadas, también era sobre las relaciones humanas y la felicidad personal. Había decidido que ya era hora de equilibrar las cosas en su vida y estaba disfrutando mucho de este nuevo camino.