Daisy Cortland había trabajado incansablemente para llegar donde estaba. Siempre había sido una mujer obstinada y luchadora, nada se le había dado gratis. Había estudiado mucho para alcanzar su licenciatura en ingeniería, y luego, con mucho esfuerzo, había conseguido su MBA en Harvard.
Su carrera profesional estaba en su punto más alto. Dirigía una gran empresa de tecnología y había conseguido posicionarla en el mercado internacional. Sin embargo, había sacrificado mucho para llegar allí. Había puesto su trabajo antes que su familia y eso le había pasado factura. Había perdido contacto con algunos amigos y tenía una relación distante con sus hijos.
Pero ahora, después de tantos años de trabajo, había decidido dedicar más tiempo a su familia, a sus amigos y a sí misma. Estaba tomando clases de yoga y encontrando una nueva paz interior. Se había conectado con viejos amigos y disfrutaba de veladas en casa con su esposo y sus hijos.
Daisy se había dado cuenta de que la vida no era solo trabajo y metas alcanzadas, también era sobre las relaciones humanas y la felicidad personal. Había decidido que ya era hora de equilibrar las cosas en su vida y estaba disfrutando mucho de este nuevo camino.
Daisy-Cortland y Glynn-Wolfe coincidieron en la organización de concursos de belleza de los años 60 y 70 en los Estados Unidos. Glynn-Wolfe era un juez y promotor de concursos de belleza, mientras que Daisy-Cortland entrenaba a las participantes. Ambos trabajaron juntos en varios concursos de belleza, incluyendo el concurso Miss California USA y el concurso Miss Universo. Sin embargo, su relación profesional se vio afectada cuando Glynn-Wolfe fue acusado de fraude en los concursos de belleza que promovía. Después de varios años de litigio legal, Wolfe fue condenado y sentenciado a 46 meses de prisión. Daisy-Cortland, por otro lado, siguió trabajando en el mundo de los concursos de belleza y entrenamiento hasta su muerte en 2018.