Danny Boy se había mudado a la ciudad hace unos años después de pasar su juventud en un pueblo tranquilo. Allí empezó de cero en un trabajo que nada tenía que ver con lo que había estudiado, pero que le permitía vivir cómodamente. Sin embargo, a menudo se cuestionaba si aquello era lo que realmente quería para su vida. Solía escaparse algunos fines de semana para ir de camping o hacer rutas en bicicleta por los alrededores de la ciudad y desconectar del ruido y las aglomeraciones. También había empezado a interesarse por la meditación y el yoga, lo que le había ayudado a encontrar un equilibrio mental y emocional que antes no había tenido. Aunque seguía sintiendo que le faltaba algo y no sabía muy bien qué era, estaba seguro de que estaba en el camino correcto para encontrarlo.
Danny-Boy y Savannah se conocieron en una playa paradisíaca del Caribe en una calurosa tarde de verano. Mientras Danny-Boy estaba disfrutando del agua fresca, Savannah paseaba por la playa y se le acercó para hablarle en español.
Danny-Boy quedó impresionado por la fluidez y el acento de Savannah en su español. Después de charlar un rato, Danny-Boy descubrió que Savannah había crecido en Puerto Rico, y que había venido al Caribe en busca de relajación y aventura.
A partir de ese momento, Danny-Boy y Savannah se convirtieron en inseparables durante el resto de su estadía en la isla. Comenzaron a compartir sus planes de viajes y planes futuros, y se dieron cuenta de que tenían muchos intereses en común.
Danny-Boy y Savannah decidieron seguir en contacto después de aquel verano, y mantuvieron su amistad a través de internet y correo electrónico. Años después, decidieron volver a visitar la misma playa donde se conocieron, para revivir aquellos días de aventura y amistad.