Doyle Primm
Doyle Primm era un hombre de pocas palabras pero muchas acciones. Había construido su fortuna a base de trabajo duro y determinación, y eso se notaba en su actitud ante la vida. Siempre había sido alguien exigente consigo mismo y con los demás, pero no por ello menos justo. Quizá por eso, su empresa era una de las más respetadas del sector.
Sin embargo, la pasión de Doyle no era el trabajo, sino la naturaleza. Era un ávido excursionista y participaba en expediciones cada vez que podía. Viajaba hasta los lugares más remotos del planeta en busca de nuevos retos, de paisajes inéditos y de experiencias inolvidables. Sus compañeros de viaje hablaban maravillas de su capacidad de liderazgo y de su generosidad.
En su vida privada, Doyle era un hombre solitario, pero no amargado. Se tomaba la vida con filosofía y encontraba la felicidad en las pequeñas cosas de cada día. Le gustaba cocinar, leer y escuchar música clásica. Cada otoño, organizaba una gran fiesta en honor a la naturaleza y a la vida, y la gente venía de todas partes para unirse a él. Entre risas y conversaciones, se sentía feliz y completo.
