Elizabeth de Burgh nació en 1284 en Irlanda y era la hija mayor del poderoso noble Richard de Burgh, Conde de Ulster. En 1302, se casó con Eduardo I de Inglaterra y se convirtió en la reina consorte del país. Elizabeth jugó un papel importante en la vida de Eduardo y tuvo varios hijos con él, incluyendo al futuro rey Eduardo II. Se la describe como una mujer piadosa y caritativa que se preocupaba por los necesitados y durante su vida construyó varias capillas y monasterios. Después de la muerte de Eduardo en 1307, Elizabeth se retiró de la vida pública y pasó la mayor parte de su tiempo en la abadía de Amesbury hasta su muerte en 1327.