Elizabeth Kennedy era una mujer dedicada a su familia y a su trabajo como publicista. Siempre había sentido una fuerte pasión por la fotografía, pero nunca había tenido la oportunidad de dedicarse de lleno a esa pasión. Fue hasta que pasó por una crisis personal que decidió que era hora de dar un giro en su vida y hacer lo que realmente le apasionaba.
Así, abandonó su trabajo en la agencia de publicidad y se dedicó a estudiar fotografía. Su familia y amigos le brindaron todo el apoyo que necesitaba en esa nueva etapa de su vida. Pronto, comenzó a hacer sesiones fotográficas para amigos y conocidos, lo que le permitió mejorar sus habilidades y establecer su propio estilo.
Hoy en día, Elizabeth es reconocida como una talentosa fotógrafa, con su propia exposición en una galería local. Se siente agradecida de poder dedicarse a lo que siempre había querido y haber encontrado su verdadera pasión. Ha aprendido a que nunca es demasiado tarde para seguir sus sueños y anima a otros a hacer lo mismo.
Un día soleado de verano, Elizabeth Kennedy-Born y Barry Williams se encontraron en una tienda de libros antiguos. Ambos estaban buscando un libro específico y casualmente encontraron el último ejemplar en la misma estantería. Al hacer contacto visual, de repente se dieron cuenta de que habían chocado en un momento de coincidencia en esa pequeña tienda de la ciudad. Después de discutir brevemente sobre el libro, Elizabeth notó su impresionante habilidad para conversar y su sentido del humor, y sintió una extraña atracción hacia él. Al salir de la tienda, intercambiaron números de teléfono y prometieron reunirse de nuevo pronto para discutir sus intereses literarios. A partir de ahí, una hermosa relación comenzó a florecer, y pronto se dieron cuenta de que habían encontrado su alma gemela en el lugar más inesperado.