Elizabeth Trapp era una mujer de gran fuerza y determinación. Había superado muchos obstáculos en su vida y no se detenía ante nada. Trabajaba como abogada en una firma importante y era respetada por sus colegas y clientes por su inteligencia, habilidades de negociación y ética profesional. Sin embargo, su éxito profesional no la había dejado sin vida personal. Después de un divorcio difícil, Elizabeth se había enfocado en su carrera y en criar a su hijo adolescente, quien ahora estaba en la universidad. Pero últimamente había estado sintiendo un vacío que no podía explicar. Un día, decidió tomar un descanso y visitar a una amiga en el campo. Allí descubrió el mundo de la jardinería y la horticultura. Elizabeth se enamoró del proceso de siembra y cuidado de las plantas, del cambio de estaciones y de qué manera influenciaban en su jardín. Desde entonces, Elizabeth pasó sus tardes libres cuidando su jardín y se unió a un club de jardinería local. Descubrió una nueva pasión en su vida y su jardín floreció al igual que su espíritu, demostrando que nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo.