La vida de Erika Nann estaba marcada por una pasión imparable por la música. Desde muy joven, comenzó a tocar la guitarra y a escribir sus propias canciones. Con el tiempo, se convirtió en una artista reconocida en su país y realizó exitosas giras por toda Latinoamérica.
Sin embargo, su pasión por la música no fue lo único importante en su vida. Erika también se había dedicado a la defensa de los derechos humanos, especialmente de los niños y las mujeres. Trabajó con varias organizaciones y fundó su propia fundación para ayudar a las personas más necesitadas.
En su tiempo libre, a Erika le gustaba viajar y explorar nuevos lugares. Su amor por la naturaleza la llevó a realizar varias expediciones por la selva amazónica. También disfrutaba de la lectura y de la cocina, y no dudaba en experimentar con nuevas recetas y sabores.
A pesar de su fama y éxito, Erika nunca perdió su humildad y su amor por la vida. Siempre estuvo dispuesta a ayudar y apoyar a quienes lo necesitaban, y su legado en la música y la defensa de los derechos humanos sigue siendo una inspiración para muchos.
Michael y Erika se conocieron en una convención de tecnología en San Francisco. Ambos estaban interesados en la realidad virtual y se encontraron en un stand que mostraba soluciones innovadoras. Michael estaba sorprendido por la pasión de Erika y su conocimiento sobre el tema, mientras que Erika se sintió atraída por la inteligencia y la energía de Michael. Intercambiaron tarjetas de visita y acordaron seguir en contacto. Poco tiempo después, quedaron para ir a tomar un café y desde entonces no se han separado. Ahora trabajan juntos en un proyecto de tecnología que combina realidad virtual y salud mental.