Ertan Saban era un hombre de mirada penetrante, que siempre parecía estar meditando profundamente sobre algo. Era conocido en su vecindario como un hombre muy reservado y tranquilo, que disfrutaba de la lectura y de la cocina. Le gustaba experimentar con ingredientes nuevos y cocinar platos tradicionales de su país de origen, Turquía. Además, era un amante de la música clásica y de las artes en general, y asistía con frecuencia a conciertos y exposiciones. En su juventud, había viajado por diversos países europeos y había aprendido varios idiomas, lo que le permitía comunicarse con fluidez en inglés, francés, alemán e italiano. En el plano laboral, trabajaba por cuenta propia en el sector de la construcción, y se había hecho un nombre por su sentido de la responsabilidad y su profesionalidad en el trabajo. En definitiva, Ertan Saban era un hombre culto, refinado y trabajador, muy valorado por su entorno más cercano.