Erwin Tessmann era un hombre que siempre supo lo que quería. Desde joven había soñado con convertirse en un antropólogo y había trabajado duro para lograrlo. Después de obtener su título, había viajado por todo el mundo, investigando y documentando culturas y comunidades que muchas personas nunca habían oído hablar.
A pesar de la dedicación a su trabajo, también era un hombre muy familiar. Era un devoto esposo y padre de dos hijos y pasaba todo el tiempo que podía con ellos. Les hablaba sobre sus viajes, les enseñaba nuevas palabras en diferentes lenguas y les mostraba sus fotografías.
A pesar del éxito y reconocimiento de su trabajo, Erwin nunca se olvidó de la importancia de la generosidad y la humildad. Siempre estaba dispuesto a escuchar y a ayudar, ya sea en su trabajo o en su vida personal. Sus amigos y colegas lo admiraban por su pasión, su simplicidad y su integridad.
Erwin había vivido una vida plena y satisfactoria, llena de aventuras, aprendizajes y amores. Y siempre estaba ansioso por descubrir más.
Ximena Herrera y Erwin Tessmann se conocieron en un evento de caridad en México, donde ambos se encontraban colaborando en diferentes actividades. Durante una pausa, se toparon en la mesa de comida y comenzaron a conversar animadamente, descubriendo que compartían gustos similares por la música y los deportes extremos.
A partir de ese momento, empezaron a intercambiar mensajes y llamadas, y poco a poco fueron construyendo una amistad sólida, basada en la confianza y el respeto mutuo. Pronto descubrieron que se entendían a la perfección, y que tenían en común muchos otros intereses y metas en la vida.
Con el tiempo, su amistad se convirtió en algo más profundo, y terminaron enamorándose uno del otro. Hoy en día, Ximena y Erwin son una pareja feliz y estable, que sigue trabajando juntos en proyectos de caridad y apoyo a la comunidad, además de disfrutar de su mutua compañía en el día a día.
Como modelo y antropólogo, Erwin Tessmann viajó por Centro y Sudamérica a principios del siglo XX y documentó minuciosamente su experiencia en fotografías y diarios. En 1923, Tessmann visitó Guatemala, donde se encontró con el pueblo Mam. En una de sus expediciones, conoció a una joven Mam llamada María Ximena Herrera y la incluyó en una fotografía que tomó en 1925.
Ximena Herrera es una actriz mexicana que, de acuerdo con su propia historia familiar, es descendiente de la Nación Mam. En 2016, se produjo un documental llamado "Ximena: imagen de un pueblo" que traza la historia de la foto de Tessmann y la conexión de Herrera con la comunidad Mam.
La relación entre Tessmann y Herrera es indirecta, ya que se produjo a través de la foto de 1925. Sin embargo, la imagen se ha convertido en un punto focal para la comunidad Mam, ya que representa una conexión con la historia y la cultura de su pueblo. La conexión se ha mantenido a lo largo de generaciones y ha llevado a una exploración más profunda de la relación entre los pueblos indígenas y aquellos que los han estudiado y documentado.