Felipe Castro era un hombre de negocios exitoso, pero que estaba cansado de la rutina diaria en la ciudad. Decidió dejar su trabajo y mudarse a una casa en la playa, donde podría estar en contacto con la naturaleza y encontrar la paz que tanto necesitaba. Ahora, pasaba sus días caminando por la playa, leyendo, escribiendo y practicando yoga. También había comenzado una pequeña huerta en su jardín, donde cultivaba sus propias verduras y frutas. Compartía su hogar con dos perros, que habían sido adoptados de un refugio local. A veces, invitaba a amigos y familiares a visitarlo y disfrutar de la tranquilidad de la playa. Aunque tenía que ajustar su presupuesto después de dejar su trabajo, él se sentía más feliz y libre que nunca antes. La vida simple le había enseñado a valorar las cosas verdaderamente importantes en la vida.