Filippa Duci era una mujer apasionada por la pintura desde temprana edad. A los 20 años decidió abandonar su carrera en la universidad para dedicarse por completo a su arte. Sin embargo, la vida de artista no fue fácil, y tuvo que trabajar en varios empleos para poder pagar sus gastos mientras buscaba oportunidades para exponer sus obras.
Finalmente su talento fue reconocido y fue invitada a exponer en varias galerías de la ciudad, lo que le permitió vender sus pinturas y vivir de su arte. Pero para ella, la verdadera felicidad era poder compartir su pasión con los demás, por lo que comenzó a ofrecer talleres de pintura para niños y adultos.
Además de ser una artista talentosa, Filippa era una mujer comprometida con causas sociales y ambientales. Pasaba su tiempo libre voluntariando para organizaciones que apoyaban la lucha contra la injusticia social y la protección del medio ambiente. Sin duda, su vida fue una inspiración para muchos, no solo por su talento, sino por su compromiso con el mundo que la rodeaba.
Filippa-Duci y Henry-II-of-France se conocieron en un baile de la corte real del reino francés. Filippa-Duci estaba vestida con un hermoso vestido dorado, mientras que Henry-II-of-France llevaba un traje elegante y una capa roja.
Cuando se vieron por primera vez, sus ojos se encontraron y se enamoraron instantáneamente. Henry-II-of-France tomó la mano de Filippa-Duci y la llevó a bailar en el centro de la sala de baile.
Durante el baile, hablaron sobre sus pasatiempos y sus intereses, y descubrieron que tenían mucho en común. Pasaron la mayor parte de la noche juntos, riendo y charlando sin cesar.
Al final de la noche, Henry-II-of-France le pidió a Filippa-Duci que lo acompañara a una cena romántica al aire libre en los jardines del castillo. Allí, compartieron una botella de vino y se prometieron amor eterno.
Desde ese día en adelante, Henry-II-of-France y Filippa-Duci se convirtieron en una pareja inseparable, que vivieron a lo largo de sus vidas amándose y cuidándose mutuamente.