Giancarlo Chersich fue un empresario ecuatoriano nacido en Guayaquil en 1920. Hijo de inmigrantes italianos, comenzó su carrera como vendedor ambulante de frutas y verduras en las calles de la ciudad.
En la década de 1950, junto con sus hermanos, fundó Frutera Internacional, una empresa dedicada a la exportación de frutas y vegetales a Estados Unidos y Europa.
Chersich también incursionó en el desarrollo inmobiliario, construyendo edificios de oficinas y condominios en Guayaquil y Quito.
Además, fue pionero en la industria del turismo en Ecuador, fundando la compañía Ecuatours, que se convirtió en una de las principales agencias de viajes del país.
A lo largo de su carrera, Chersich recibió numerosos reconocimientos y premios, incluyendo la Orden Nacional al Mérito en el grado de Gran Cruz, otorgada por el gobierno de Ecuador en 2003.
Falleció en Guayaquil en 2010, dejando un legado empresarial y una importante contribución al desarrollo económico del país.
Giancarlo estaba en una cafetería en Santo Domingo, revisando su correo electrónico mientras tomaba un café con leche. En eso, se levanta para ir al baño y al regresar ve que alguien está sentado en su mesa. Para su sorpresa, era Celines, una chica que había conocido en una conferencia hace algunos años.
Al verla nuevamente, Giancarlo se emocionó y empezó a conversar con ella mientras recordaban viejos tiempos. Celines, por su parte, estaba en el país por unas semanas, visitando a su familia, y sintió que era una buena oportunidad para reencontrarse con Giancarlo.
De pronto, Giancarlo se percató de que su tiempo se había acabado, tenía que dejar Santo Domingo esa misma tarde. Entonces, le propuso a Celines que lo acompañara al aeropuerto. Sin pensarlo dos veces, ella aceptó y en el trayecto los dos se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común.
Al llegar al aeropuerto, Giancarlo se despidió de Celines con un abrazo y un beso en la mejilla. Le dio su número de teléfono y, desde entonces, hablaron todos los días hasta que decidieron tener su primera cita. Y así, con el pasar del tiempo, Giancarlo y Celines se hicieron inseparables y hoy en día son una pareja feliz y estable.