Grayce Mulrooney siempre había sido una mujer privilegiada, enviada a las mejores escuelas y con acceso a las mejores oportunidades. Pero eso no significaba que su vida fuera fácil. Desde joven, Grayce había sentido una presión interna que la impulsaba a seguir adelante, a destacar en todo lo que hacía. Y aunque esto la llevó a tener éxito en su carrera y en su vida social, también significó que muchas veces se sentía abrumada por la responsabilidad que cargaba sobre sus hombros. A medida que pasaba el tiempo, Grayce comenzó a cuestionarse el valor de todo lo que había logrado. ¿Qué significaba realmente el éxito si no tenía a nadie con quien compartirlo? Fue entonces cuando decidió tomar un nuevo camino en su vida, uno que la desconectara de su rutina y le permitiera explorar nuevas posibilidades. Así fue como terminó en una pequeña isla en el Caribe, donde aprendió a vivir en el presente y a encontrar la felicidad en las cosas simples de la vida. Y aunque no sabía qué le deparaba el futuro, estaba segura de que había tomado la decisión correcta.