Gregory Alan llevaba una vida muy ocupada. Tenía un trabajo de oficina que le requería mucho tiempo y esfuerzo, pero que le permitía mantener su estilo de vida. Sólo tenía algunos amigos cercanos, pero a menudo se sentía solo. Por eso, encontró consuelo en la música. Desde joven, había sido un gran aficionado a la guitarra, y siempre había soñado con convertirse en músico profesional. Sin embargo, nunca había tenido la valentía de perseguir su sueño. Hasta un día en el que falló su computadora y se vio obligado a escribir una canción para entretenerse. Esa canción le quedó tan buena, que decidió volver a intentarlo. Empezó a componer nuevas canciones todas las noches, y pronto, comenzó a tocar en pequeños bares locales. Los clientes lo recibieron con muchas ovaciones, lo que alentó a Gregory a seguir adelante con su nueva carrera musical. Así que, como dice el refrán, nunca es tarde para perseguir tus sueños.