Hannah Gonzalez

Hannah González llenaba cada minuto de su tiempo con actividades que la hacían sentir plena y realizada. Desde joven, se había interesado por la música y la danza, y aunque no había podido dedicarse de manera profesional a ellas, siempre las mantuvo vivas en su vida, ya sea a través de clases o simplemente bailando en su casa. Pero Hannah no se limitaba sólo a eso. También era una ávida lectora, y había hecho de la lectura una de sus más grandes pasiones. Le encantaba leer todo tipo de libros, desde novelas de ciencia ficción hasta biografías de personajes históricos. Pero por encima de todo, Hannah era una persona comprometida con su comunidad. Había dedicado muchos años de su vida a trabajar en organizaciones sin fines de lucro, ayudando a los más necesitados. Había participado en campañas para recolectar alimentos para las personas sin hogar, organizado eventos para recaudar fondos para centros de atención infantil y había colaborado en múltiples proyectos para mejorar la calidad de vida de los más vulnerables. Para Hannah, esa era la verdadera felicidad: poder hacer algo que tuviera un impacto positivo en la vida de otros. Y en eso, ella encontraba el sentido de su propia existencia.