Horace Dibben

Horace Dibben era un hombre de aspecto serio y discreto, al que le gustaba mantener un perfil bajo y no llamar la atención. Vivía en una casa modesta en las afueras de la ciudad, rodeada de árboles y mucha vegetación. Trabajaba como contable en una empresa de comercio internacional, aunque su verdadera pasión era la música. A menudo, cuando llegaba a casa, se encerraba en su estudio y tocaba el piano durante horas. A pesar de que nadie sabía de su talento musical, Horace se había presentado a algunos concursos con seudónimo, logrando varios premios y reconocimientos. Era un hombre solitario, no tenía familia ni amigos cercanos, pero disfrutaba de su soledad y silencio para componer sus melodías y letras. Sus canciones eran una forma de expresarse, de contar su historia, sus sentimientos y emociones más profundos. La música era su escape, su refugio, su vida.