Igor Markevitch nació en Kiev, Ucrania, en 1912. Se mudó a Suiza con su familia en 1914 y comenzó a estudiar música en Lausana a la edad de nueve años. A los diecisiete años, se trasladó a París para estudiar con Nadia Boulanger y conoció a compositores como Stravinski y Debussy.
En 1930, Markevitch compuso su obra "Cantate", que fue interpretada por la Orquesta de París y le dio reconocimiento. Después viajó a Italia y se enamoró del país y su cultura. Allí, además de componer varias obras, dirigió la Orquesta Filarmónica de Radio Italia.
Markevitch pasó gran parte de su carrera dirigiendo orquestas en todo el mundo, desde la Orquesta Sinfónica de Londres hasta la Orquesta Filarmónica de Israel. En 1957, se convirtió en el director musical de la Orquesta Nacional de la RTF en París, donde permaneció durante once años.
Además de su carrera como director de orquesta, Markevitch también fue un destacado compositor. Compuso numerosas obras, desde sinfonías hasta música para ballet y ópera. Entre sus obras más conocidas se encuentran "Le Nouvel Age", "Cantare con poesia" y "Lorenzo il Magnifico".
Markevitch también fue un experto en la música de Stravinski y publicó varios ensayos sobre su obra. Fue un defensor del uso de las nuevas tecnologías en la grabación y edición de música, y desarrolló un sistema de grabación en estéreo conocido como "unifónico".
Igor Markevitch falleció en Antibes, Francia, en 1983, dejando tras de sí una prolífica carrera como compositor y director de orquesta.
Igor Markevitch y Sergei Diaghilev tuvieron una relación de mentor y protegido en el mundo de la música clásica y la danza. Diaghilev fue un influyente empresario artístico y Markevitch era un joven compositor y director de orquesta que fue reclutado por Diaghilev para trabajar en su compañía Ballets Russes.
Bajo la tutela de Diaghilev, Markevitch se convirtió en un director de orquesta de renombre internacional, dirigiendo numerosos estrenos mundiales y grabaciones de música clásica. De hecho, su carrera se centró en gran medida en el repertorio del Ballets Russes, y dirigió muchas de las obras más famosas de la compañía, incluyendo Petrushka de Stravinsky y El sombrero de tres picos de Manuel de Falla.
A pesar de que la relación entre los dos hombres fue a menudo tensa y conflictiva, la influencia de Diaghilev en la carrera de Markevitch fue indudable. También es cierto que Markevitch transmitió gran respeto y admiración por su mentor y la compañía que lo hizo famoso.
La relación entre Diaghilev y Markevitch es vista como una colaboración clave en el mundo de la música y la danza, que resultó en la producción de algunos de los trabajos más creativos e innovadores del siglo XX.