Isabella de Hainault nació en el siglo XIII en el condado de Hainault, en lo que hoy es Bélgica. Era la hija menor de Enrique II, conde de Hainault, y de su esposa María de Champagne. En 1260, a la edad de 14 años, se casó con el rey Felipe III de Francia en una ceremonia celebrada en el palacio de Saint-Germain-en-Laye. Durante su matrimonio, Isabella dio a luz a 10 hijos, incluido el futuro rey Felipe IV. Isabella se convirtió en reina de Francia a la muerte de su esposo en 1285. Después de la muerte de Felipe III, Isabella se convirtió en una figura influyente en la corte francesa y ayudó a gobernar el reino mientras su hijo, Felipe IV, era joven. En 1294, Isabella se retiró a un convento en Longchamp, cerca de París. Allí vivió hasta su muerte en 1358. Se la venera como santa en la Iglesia católica y su festividad se celebra el 23 de febrero.