Isadora Duncan fue una bailarina estadounidense nacida en San Francisco en 1877. Desde joven se interesó por la danza y desarrolló su propio estilo basado en la libertad y la naturalidad del movimiento, en contraposición con el ballet clásico. En 1899, Duncan viajó a Europa y allí comenzó a dar clases de danza y a presentarse en teatros y salones. Fue en la ciudad de París donde alcanzó el éxito y se convirtió en una de las figuras más destacadas de la danza moderna. Duncan se caracterizó por bailar descalza y con vestidos largos y sueltos que permitían una mayor sensualidad en el movimiento. Sus coreografías eran inspiradas por la música y la poesía, y buscaban expresar las emociones y pensamientos más profundos. A lo largo de su carrera, Duncan tuvo varios altibajos financieros y personales, que incluyeron la muerte de sus dos hijos en un trágico accidente y la inestabilidad de sus relaciones amorosas. Sin embargo, su legado en la danza moderna es innegable, y su influencia se extiende hasta nuestros días. Isadora Duncan falleció en 1927 en un accidente automovilístico en Francia, a los 50 años de edad.