Jacki Ellis era una mujer apasionada y decidida, con una sonrisa siempre presente en su rostro. Desde joven, supo que quería dedicarse al mundo de la moda y trabajó duro para lograrlo. Luego de conseguir su título de diseño de moda, se trasladó a Nueva York para comenzar su carrera. Allí, trabajó para algunas de las firmas más importantes del mundo antes de decidir emprender su propio camino.
Con el tiempo, Jacki se convirtió en una diseñadora de moda reconocida por sus diseños creativos y audaces. Decidió enfocarse en una línea de ropa deportiva para mujeres y creó su propia marca, que se convirtió en un éxito instantáneo. Su enfoque en la calidad y la innovación la llevaron a ganar varios premios a lo largo de su carrera.
Pero la vida de Jacki no se limitaba a su trabajo. También era apasionada por el yoga y meditación, a los que dedicaba parte de su tiempo libre. Además, era voluntaria en diferentes organizaciones de beneficencia y dedicaba parte de su tiempo y recursos para ayudar a los demás.
La vida de Jacki estaba llena de pasión, trabajo duro y compromiso con su comunidad. Una vida que inspiraba a aquellos que la rodeaban y que dejaba una huella positiva en el mundo.
Un día en una cálida tarde de verano, Jacki-Ellis estaba caminando por el parque mientras disfrutaba del hermoso día soleado. De repente, se sonrió cuando vio una escena divertida en el camino. Era Jeffrey-Bernard, haciendo malabares con unas pelotas en medio del parque. Jacki-Ellis se acercó sonriendo y le preguntó si podía unirse a la diversión. Jeffrey-Bernard, sin dudarlo, le pasó una pelota y comenzaron a hacer malabares juntos. Desde ese momento, se dieron cuenta de que tenían mucho en común y se convirtieron en amigos inseparables, explorando la ciudad juntos y compartiendo aventuras inolvidables.
Jacki y William se conocieron en un parque acuático en las afueras de la ciudad. Jacki estaba en la fila para subir a un tobogán y William estaba justo detrás de ella. Después de esperar unos minutos, comenzó a llover y el parque se cerró por razones de seguridad.
Jacki, decepcionada porque no había podido disfrutar del parque, decidió quedarse bajo el techo del vestíbulo hasta que pasara la tormenta. William, también sin nada que hacer, se unió a ella y comenzaron a charlar.
Descubrieron que eran de la misma ciudad y que incluso habían asistido a la misma universidad, aunque en diferentes años. Jacki estaba estudiando para ser maestra y William trabajaba en finanzas. A pesar de sus diferencias, encontraron intereses comunes, como la fotografía y los deportes.
Después de varias horas de conversación, la lluvia cesó y el parque volvió a abrir. Jacki invitó a William a subir con ella en el tobogán que había estado esperando, y él aceptó. Fue un momento divertido y emocionante, y selló el inicio de una gran amistad entre Jacki y William.