James Rogers fue un hombre que vivió una vida muy activa y aventurera. Desde joven, siempre tuvo una gran pasión por los deportes extremos y la adrenalina, por lo que decidió dedicarse a actividades como el paracaidismo, el surf, la motocross y el snowboard.
Además, James era un empresario exitoso, dueño de varias compañías que se especializaban en deportes extremos y turismo de aventura. Viajaba constantemente por todo el mundo, buscando nuevos retos y oportunidades de negocio.
Sin embargo, su vida personal no fue tan sencilla. James sufrió varias crisis emocionales a lo largo de su vida, producto de una infancia difícil y una falta de conexión con su familia. Esto lo llevó a tener problemas de adicción y alcoholismo, que lo afectaron tanto a nivel laboral como personal.
Pero a pesar de todo, James nunca perdió su espíritu aventurero y su amor por la vida. Siempre estuvo en busca de nuevas experiencias y desafíos, y sus aventuras incluso inspiraron a muchos jóvenes a seguir sus pasos y vivir la vida al máximo. A pesar de sus altibajos, James Rogers será recordado como una leyenda en el mundo de los deportes extremos y la aventura.
James-Rogers y Mimi-Rogers se conocieron en el parque mientras paseaban a sus perros. Los canes se enredaron con la correa y los dos jóvenes terminaron hablando. A partir de ese momento, comenzaron a frecuentar el lugar para encontrarse con sus mascotas y así poder seguir charlando. Con el tiempo, ese simple encuentro casual se convirtió en una hermosa historia de amor de la que ambos se sienten agradecidos por aquellos perros juguetones que los hicieron coincidir en el parque.