James Whitney Fosburgh

James Whitney Fosburgh llevaba una vida cómoda en la ciudad de Nueva York, con un trabajo bien remunerado y una familia amorosa. A pesar de su éxito profesional, siempre había tenido una pasión oculta por la música. Había tocado el piano desde que era niño, y había estudiado armonía y composición en su tiempo libre.

Hasta hace unos años, la música había sido una simple afición para Fosburgh. Pero luego oyó hablar de un proyecto de ópera experimental en una pequeña compañía en el centro de la ciudad. Decidió presentar su trabajo, y para su sorpresa, fue seleccionado como uno de los compositores.

Desde entonces, la música había cobrado vida en él. Pasaba sus tardes y fines de semana escribiendo partituras, experimentando con nuevos sonidos, explorando los límites de su imaginación. Ahora estaba a punto de presentar su segunda ópera en el nuevo proyecto.

Aunque aún lejos de ser un músico profesional, Fosburgh encontraba en la música una satisfacción creativa que nunca había experimentado antes. Ahora era un hombre de dos mundos, dividido entre su trabajo diario en los negocios y su pasión por la música experimental. Pero nunca se había sentido más vivo que ahora.