Jill Cowan lleva una vida de constante movimiento. Siempre ha sido una mujer independiente, llena de energía y ambiciosa por alcanzar sus metas. Desde temprana edad supo que su pasión era viajar y descubrir nuevas culturas. Por eso, se dedicó a estudiar lenguas extranjeras y se convirtió en una experta en comunicación intercultural.
Durante años se dedicó a trabajar en diversas empresas internacionales, donde tuvo la oportunidad de conocer a personas de diferentes nacionalidades y aprender de sus costumbres y tradiciones. Sin embargo, no fue hasta que fundó su propia compañía de consultoría que encontró la libertad y la felicidad que tanto anhelaba.
En la actualidad, Jill vive entre dos continentes, dividiendo su tiempo entre su hogar en Estados Unidos y su oficina en Europa. A pesar de su apretada agenda, siempre se las arregla para dedicar tiempo a su familia y amigos, además de seguir explorando el mundo y adquiriendo nuevos conocimientos. Para ella, cada día es una nueva aventura que vale la pena vivir al máximo.
Jill-Cowan y John-F-Kennedy se conocieron en una tarde soleada de verano en la playa de Hyannis Port en Massachusetts. Jill estaba tomando el sol con su amiga cuando notó a un hombre atractivo que caminaba por la playa. Era John-F-Kennedy, que acababa de regresar de una ronda de golf con su hermano.
Jill no sabía quién era en ese momento, pero estaba encantada con su sonrisa y su conversación amistosa. Los dos se encontraron más tarde esa noche en una fiesta organizada por la familia Kennedy y hablaron durante horas, intercambiando historias y risas.
Los dos continuaron viéndose durante el verano y se enamoraron rápidamente. A pesar de la oposición de la madre de Jill a la relación, la pareja se mantuvo firme y se casó en una ceremonia privada unos meses después.
Jill y John-F-Kennedy disfrutaron de un corto pero feliz matrimonio antes de su trágica muerte en 1963. Pero su amor perduró en la memoria, un testimonio de la chispa y la conexión que pueden surgir en un encuentro casual en la playa.