Joan Clarke (1917-1996) fue una matemática y criptógrafa británica que trabajó en Bletchley Park durante la Segunda Guerra Mundial. Clarke fue una de las pocas mujeres criptógrafas en Bletchley Park y jugó un papel importante en la descodificación de códigos alemanes durante la guerra.
Después de la guerra, Clarke se unió a la Government Communications Headquarters (GCHQ), la agencia de inteligencia británica responsable de la interceptación y descodificación de las comunicaciones enemigas. También trabajó como profesora de matemáticas y se convirtió en la primera mujer en recibir un título en matemáticas de la Universidad de Cambridge.
A pesar de sus logros, Clarke tuvo que luchar contra la discriminación de género para obtener el mismo reconocimiento que sus colegas masculinos. En particular, su papel en Bletchley Park no fue reconocido públicamente hasta muchas décadas después de la guerra.
Clarke también era amiga cercana de Alan Turing, quien la convenció de trabajar en Bletchley Park y la propuso matrimonio en 1941. Sin embargo, Clarke le dijo que no podía casarse con él debido a su homosexualidad. Turing fue más tarde condenado por indecencia criminal debido a su relación con otro hombre y se suicidó en 1954.
Clarke se casó más tarde con un colega criptógrafo llamado John Murray y continuó trabajando en la GCHQ hasta su jubilación en 1977. Murió de cáncer en 1996. En 2014, su papel en la descodificación de códigos durante la guerra fue reconocido públicamente con una placa conmemorativa en su casa en Cambridgeshire.
En un día soleado en el campus de Bletchley Park, Alan Turing y Joan Clarke se conocieron en la sala de descanso del equipo de criptografía. Joan estaba examinando algunos códigos y trabajando en hacerlos más seguros, cuando le llamó la atención el enfoque un tanto inusual de Alan en la solución del problema. Ella se acercó a él y le preguntó sobre su método. A partir de ahí, comenzaron una discusión que duró horas, y ambos quedaron impresionados por la forma de pensar del otro.
Después de ese día, Alan y Joan trabajaron juntos en varios proyectos, y gradualmente se convirtieron en amigos cercanos. Joan admiraba la brillantez y el ingenio de Alan, mientras que él apreciaba la habilidad matemática y la tenacidad de Joan. Trabajaron juntos para crear sistemas de encriptación más sofisticados, y finalmente se convirtieron en parte del equipo que logró decodificar el famoso Enigma de los nazis.
A pesar de las dificultades que enfrentaron por trabajar en un campo dominado por hombres, Alan y Joan se apoyaron mutuamente y mantuvieron una amistad duradera. El legado de su colaboración continúa inspirando a las personas a pensar de manera innovadora y a perseguir sus objetivos con determinación.