Joe Fox había dedicado gran parte de su vida al negocio familiar de librerías. Desde joven se había enamorado de la literatura y había convertido su pasión en su trabajo. No obstante, aunque adoraba las letras, siempre sintió que le faltaba algo en su vida. Fue precisamente en una de sus visitas a una pequeña librería en el Upper West Side donde se topó con ella, con su encantadora sonrisa y su amor por los libros. Kathleen Kelly encendió en Joe una chispa que hasta ese momento había permanecido apagada, con su personalidad abierta y su amor por los libros y la vida. Con el tiempo, y tras muchas charlas sobre literatura y escritores, Joe se dio cuenta de que Kathleen era su alma gemela. Juntos se aventuraron en nuevos proyectos, abrieron una librería con un estilo diferente y enriquecedor para la comunidad, donde la literatura no mostraba limitaciones. Joe nunca había sido tan feliz como lo era con Kathleen a su lado.