John Squibb vivía en un pequeño pueblo de la costa, donde era conocido como un hombre solitario y enigmático. A pesar de su aparente distancia y frialdad, era capaz de ayudar a la gente en situaciones difíciles y su conocimiento en temas de ciencia y tecnología era muy apreciado por los habitantes del pueblo. John tenía una pasión por la naturaleza y la exploración, y por eso pasaba la mayor parte de su tiempo libre en expediciones y aventuras en la montaña o el mar. También era un gran aficionado a la fotografía y documentaba todas sus expediciones con una gran cámara antigua. Sin embargo, su trabajo era su mayor responsabilidad y dedicaba muchas horas al día a trabajar en su laboratorio, desarrollando nuevos descubrimientos tecnológicos que le permitían mejorar la vida de la gente en su comunidad. Nadie sabía mucho sobre su pasado o su familia, pero eso no importaba ya que su presencia en el pueblo era motivadora y enriquecedora para todos aquellos que se acercaban a él.