Justina Crosslin nació en Oklahoma en 1932 y fue la hija más joven de una familia de seis hijos. A los 16 años, contrajo matrimonio y tuvo dos hijos. Sin embargo, su matrimonio fue abusivo y eventualmente se divorció. En la década de 1970, se mudó a una granja cerca de Nashville, Tennessee, donde comenzó a experimentar con plantas medicinales y remedios naturales. También comenzó a ofrecer consejos de salud y tratamiento a otros en la comunidad. En 1984, comenzó a ofrecer servicios de "asistencia de morir" (eutanásia) a enfermos terminales. Fue arrestada varias veces por este motivo, pero continuó prestando servicios, ayudando a cientos de personas a morir con dignidad. En 1990, fue condenada por el suicidio asistido de un hombre con SIDA y sentenciada a prisión. Fue liberada en libertad condicional en 1993 y continuó ofreciendo servicios hasta su muerte en 2010. Justina Crosslin fue una defensora de la muerte digna y fue considerada una pionera en el campo de la eutanasia en Estados Unidos. A pesar de las controversias que rodearon su trabajo, fue considerada por muchos como una heroína.