Kayla Kudla nunca se había considerado a sí misma como una persona creativa, pero después de unos años de trabajar en un trabajo corporativo poco inspirador, descubrió su amor por la escultura. Pasaba cada noche y fin de semana moldeando su arcilla en hermosas formas, y finalmente abrió su propio taller para poder compartir su trabajo con el mundo. Aunque al principio fue difícil, Kayla encontró un público para su arte y pronto se convirtió en una figura conocida en la escena artística local. Sus piezas únicas y emotivas destacaban por su habilidad para retratar la belleza en lo ordinario, y cada una llevaba un poco de la historia personal de Kayla. En los últimos años, Kayla ha empezado a enseñar sus habilidades a los niños en su comunidad, compartiendo su amor por la escultura y ayudando a inspirar a una nueva generación de artistas. Es su mayor alegría ver a otros encontrar su propia voz creativa, y sigue trabajando duro para hacer del arte una parte importante y accesible en la vida de aquellos que la rodean.