Laura Alicia Summers se había dedicado toda su vida al arte. Desde pequeña, la pintura y la música habían sido su pasión y su refugio. Con el tiempo, se había especializado en la creación de murales, y había llenado de color y vida múltiples edificios públicos y privados en su ciudad natal. Pero, a pesar de su éxito, Laura Alicia sufría de depresión crónica, que había tratado de combatir con terapia y medicación sin éxito. Sin embargo, un día, mientras pintaba un mural en la pared de una escuela, escuchó a unos niños hablar sobre su obra y cómo les inspiraba a ellos y a sus compañeros. Fue un momento de revelación: Laura Alicia descubrió que su arte no sólo era una forma de expresarse, sino de sanar también. Desde entonces, ha creado talleres y programas para llevar el arte a personas que luchan con la ansiedad y la depresión, convencida de que el arte puede tener un poderoso efecto terapéutico.