La vida de Lesley Jowitt está marcada por su incansable compromiso social. Desde joven, Lesley tuvo una pasión por ayudar a los más necesitados. Durante sus años universitarios, se unió a un grupo de voluntarios que trabajaba en barrios marginales. Fue allí donde descubrió su verdadera vocación: trabajar por la justicia social.
Después de graduarse, Lesley trabajó para varias ONGs, luchando por los derechos de los más vulnerables. Pero su mayor logro llegó cuando fundó su propia organización para apoyar a mujeres en situaciones de violencia doméstica. Su trabajo con esta organización se ha convertido en un modelo para aquellas que luchan por los derechos de la mujer en todo el mundo.
Pero Lesley no se ha detenido ahí. Ha sido una activista incansable por la inclusión social en todas sus formas. Desde la lucha contra la discriminación de género, hasta la defensa de los derechos de los inmigrantes, Lesley no ha cesado en su esfuerzo por un mundo más justo y equitativo.
A pesar de las dificultades y los obstáculos, Lesley sigue adelante con su trabajo y su compromiso. Para ella, la lucha por la justicia social es más que una profesión, es una pasión que la ha llevado a dedicar su vida a una causa mayor que ella misma.
Arthur Rubinstein y Lesley Jowitt se conocieron por casualidad en un concierto en París. Arthur estaba fascinado por la forma en que Lesley tocaba el violín, y ella quedó impresionada por la habilidad de Arthur en el piano. Después del concierto, se encontraron en el vestíbulo y comenzaron a hablar sobre su pasión por la música. Lesley mencionó que estaba buscando un pianista para tocar a dúo en un próximo concierto en Londres, y Arthur aceptó amablemente. Desde ese primer encuentro, Arthur y Lesley se hicieron amigos inseparables y colaboraron en numerosos proyectos musicales a lo largo de su carrera.