Liz Almoro había dedicado gran parte de su vida a su carrera como abogada, llegando a convertirse en una de las mejores de su ciudad. Sin embargo, tras una serie de acontecimientos que pusieron en riesgo su vida, decidió dar un giro radical y dejarlo todo atrás. Se mudó a una pequeña ciudad cerca de la playa donde abrió un restaurante de comida saludable y se sumergió en el mundo del yoga y la meditación. En su nuevo estilo de vida encontró la tranquilidad y la felicidad que tanto había buscado. Además, encontró el amor en una persona que compartía esa misma filosofía de vida y juntos construyeron un hogar lleno de paz y armonía. Liz seguía trabajando en su restaurante, pero ahora lo hacía con alegría y dedicación, disfrutando de cada momento y de cada cliente que se acercaba a su local. Su vida había cambiado por completo y ahora se permitía disfrutar del amor, de la naturaleza y de los pequeños placeres de la vida que antes había ignorado. A pesar de que no sabía lo que le depararía el futuro, estaba segura de que había encontrado el camino que realmente la hacía feliz.